Descubre la Escritura Terapéutica: Una Experiencia Personal Transformadora

 

escena primera: hay veces que la vida puede ser maravillosa. Escritura terapéutica.

Ese era uno de mis pensamientos que tuve aquel día antes de escribir la carta.

pero ¿qué sentido tiene escribir escritura terapéutica?

Llevaba muchos días buscando información sobre escritura terapéutica. Mi viejo Amazon siempre me salvaba todos los problemas de lectura, aquella biblioteca que fui formando durante todos los años de mi vida me producía un terrible problema de espacio. Había veces que pensaba alquilar el piso en función de los libros, y eso me daba una cierta sensación agradable, por eso cuando vi aquel cartel anunciando el alquiler de un piso en el periódico me llamo poderosamente la atención la forma del anuncio. “Se alquila piso ni céntrico ni aislado, ideal para personas amantes de los libros”. Tiene una enorme biblioteca dentro del salón, eso sí con solo algunos ejemplares de viejos libros que el propietario no quiso llevarse. Dos dormitorios, cocina y vista a una calle estrecha y poco iluminada, aunque dispone de una enorme terraza donde podrá ver la torre de la Iglesia y un pequeño parque. Interesados llamen al teléfono …… Directamente el propietario sin comisiones de alquiler. 

Estaba sentado en un banco precisamente a poca distancia de donde se anunciaba el piso en la Calle Chueca N.º 33. Cogí el bolígrafo y lo subrayé fuertemente para que no se me olvidara. El precio es lo único que no viene y eso me desconcierta un poco me gustan los anuncios donde se dice el ice el precio, aunque sea aproximado así evito tener que llamar a nadie que te empieza contando la vieja película de las maravillas que tiene y luego te da el zarpazo, para eso me evito la llamada.

Al menos hay que reconocer que el que lo ha escrito tiene un gran sentido de la vida porque destaca la biblioteca y no engaña con vistas maravillosas. Todo ello me llevaba a pensar en la carta que algunos días antes había escrito y que guardaba celosamente en la cartera. ¿Cuántas cartas habría escrito en los últimos meses? ¿Porque no doy formato de diario personal en un cuaderno en vez de estar escribiendo cartas?

“Vamos Anselmo déjate de tanta filosofía y ponte en acción. Voy a llamar al teléfono del anuncio para preguntar el precio”

-Buenos días, es usted el señor que ha publicado el anuncio del piso de la Calle Chueca 33- le pregunte algo nervioso como si me fuera a tragar la tierra.

-Si señor 

-Estoy interesado en el piso., me llama la atención la biblioteca que dice es amplia, soy un gran aficionado a los libros, y aunque de momento no tengo muchos quisiera ir poco a poco haciéndome con una buena biblioteca

-perfecto señor. Efectivamente, la biblioteca ocupaba todo el salón aproximadamente podían entrar más de 2000 ejemplares de libros de bolsillo o unos 1200 de libros de gran tamaño como enciclopedias. 

-El resto del piso me imagino será normal., la localización me gusta porque esta zona de Madrid está cerca de mi lugar de trabajo, y casi podré ir y venir sin necesidad de coger el metro ni ningún autobús.

-Ideal entonces eso es una gran ventaja y ahorro por supuesto- me dijo algo irónicamente la voz de aquel señor. Mientras conversaba con el me imaginaba era una persona de unos 65 o 70 años., era una de mis grandes aficiones poner cara a las personas cuando los escuchaba por la voz. 

Algo me interrumpido mis pensamientos cuando le pregunte por el precio del piso. Son 600 pesetas, más los gastos de luz, comunidad, y agua. Debe depositar una fianza de tres meses consecutivos y el resto le preparo el contrato por un año prorrogable hasta 3 años. Al termino de este tiempo deberá usted dejar el piso en perfectas condiciones, y por supuesto llevarse todos los libros que compre en la biblioteca, salvo si quiere dejar dos o tres que es la costumbre que tienen todos mis inquilinos.

Aquello me siguió llamando poderosamente la atención. El precio no me parecía desorbitado, claro que tampoco era una ganga para lo que he ido viendo en otros anuncios del periódico de características similares en la zona, pero ninguno de ellos tenía biblioteca, por lo que este era para mí un elemento distinto a los demás. 

-Si le parece bien, y dado que estoy relativamente cerca del piso podemos quedar en 30 minutos para verlo- le dije al señor.

-Me parece perfecto, vivo apenas dos calles más abajo en Antón Martín, y eso es lo que tardo en coger las llaves, el sombrero, y desplazarme hasta el piso.

-Por cierto, ¿no me ha dicho aun su nombre? – le pregunté al señor., no me gusta hablar por teléfono con una persona sin dirigirme por su nombre me parece de mala educación

-lo comprendo me llamo Ricardo- ¿y usted?

-Anselmo, Anselmo Lucas, aunque este último nadie salvo mi padre me lo decía

-Comprendo los nombres tienden a disminuirse- comento irónicamente Ricardo.

– Hasta entonces, nos vemos en apenas un rato.

– Gracias

Al llegar a la calle Chueca 33 vi en seguida el edificio de color marrón con enormes ventanales., la puerta principal del edificio era de madera con un enorme llamador a la izquierda. Tenía tres plantas y en la parte superior había, como me comentó Ricardo, una gran azotea con una pequeña puerta que daba acceso por unas escaleras. Efectivamente, la calle era muy estrecha, aunque tranquila, y tenía unos enormes árboles que prácticamente cubrían el edificio de estilo clásico con ladrillos de color rojo, muy característico de toda la zona de este barrio de Madrid.

Ricardo estaba esperando en la entrada del piso y me abrió la puerta del piso después de un afectuoso saludo. 

—Es usted escritor? -me comentó. 

-No, – le dije, acabo de terminar la carrera de periodismo, y ando buscando un sitio cerca de mi trabajo.

—pensé que era escritor insistió

-he de confesarle que si me gusta mucho escribir por mi trabajo, y desde pequeño tengo el habito de escribir casi diariamente, para mi es algo que me relaja bastante

—no hay nada como escribir sin duda, yo tengo más de diez libros escritos.

—nunca había escuchado su nombre le comenté 

-no piense que he publicado nada, solo lo hago como aficionado. Cuando termino algo que me gusta lo llevo a la imprenta de la calle Chueca y me imprimen un par de ejemplares para que lo lea.

¿y que hace con el segundo? – le dije

—lo guardo para dárselo a una de mis hijas que le gusta leerme

¿cuál es su género preferido? 

-me gusta escribir novela de suspense. Me fijo mucho en la gente que veo diariamente por la calle y los coloco como personajes de mi libro

¿y que trama tiene?, simplemente los describe y ya esta

—no que va, al frutero, por ejemplo, lo pongo como investigador privado.

Y el portero de la casa de enfrente, que tiene el pelo canoso y cojea ligeramente es mi personaje principal., un abogado retirado penalista que busca los casos más complicados

-me gustaría si puede me dejara un ejemplar del libro, me parece fascinante saber si tiene algún caso interesante para que pueda publicarlo como artículo en mi agencia

-lo he dejado precisamente en la librería, ahora cuando subamos lo puede coger, y ya tiene entretenimiento durante algunos días

Dejamos la conversación mientras subimos a la tercera planta. Las escaleras eran bastante anchas, aunque me fastidiaba tener que subir tantos pisos todo el día. Lo peor son los escalones- me dijo Ricardo, aunque usted es joven y no tendrá mucho problema. Por eso lo tengo algo más económico que el resto de los pisos que se alquilan por esta zona, aquí todos son inquilinos, salvo el señor del primero que es el único propietario, y por cierto le aconsejo, no se ande con muchas conversaciones porque tiene un fuerte carácter

—no se preocupe no suelo hablar con vecinos- le dije, pero en todo caso lo tendré en cuenta.

—dicen que Jorge como se llama, tuvo en su juventud un problema con la policía, y desde entonces piensa que todo el mundo se mete con él.! ¡Qué difícil debe ser vivir así!

¿vive solo?

—tiene una hija que viene a visitarlo alguna vez que otra, sobre todo hace un par de meses que tuvo un problema de salud, y no pudo salir de casa

Al entrar en el piso me llevé una buena sensación era tal y como me lo había descrito. Lo primero que miramos fue el salón donde se encontraba la librería que cubría todo el salón. Tenía no menos de 10 estanterías, y efectivamente, podrían caber un buen puñado de libros. El resto cubría mis expectativas por lo que no dude en decirle que estaba interesado en quedarme con él lo antes posible.

Bajamos el rellano de las escaleras y salimos a la calle. Si quiere podemos quedar esta tarde sobre las 16 horas, y le entregó las llaves con la copia del contrato -me dijo Ricardo

A la cuatro en punto volvimos a quedar en la puerta del edificio., solamente tuve que firmar el contrato y me entregó las llaves., le di el dinero y nos despedimos.

-Puede usted subir a la azotea es común, y normalmente no suele subir casi nadie por lo que es un sitio tranquilo. A los vecinos del edificio no les gusta mucho subir escaleras. Aproveche el espacio sobre todo por la noche tiene una bonita vista.

Nos despedimos dándonos un apretón de manos., subí rápido al piso como si tuviera prisa por ver la estantería

Allí estuve durante una media hora dando vueltas por los dos dormitorios y la cocina. No me preocupe de subir por ahora al ático prefería dejarlo para la noche cuando volviera y me instalara con algunas cosas que tenía en la casa de Marcos donde había estado viviendo durante las últimas semanas. 

Unos meses después de alquilar el piso de la calle chueca tuve que instalarme en otro pequeño apartamento., el motivo no fue otro que no pude pagarle el alquiler al ser despedido de mi primer trabajo en la agencia “Lexis investigaciones”.

A pesar de lo bien que me llevaba con el casero tuve que decirle que me habían despedido y no podía hacer frente al alquiler., afortunadamente mi relación con el me permitió aguantar unos cuantos meses sin poder pagarle el importe total pagando lo que podía. 

El nuevo piso era algo más pequeño que el anterior disponía solo de una habitación un pequeño cuarto de baño y una cocina con salón. Para mí era suficiente, lo único que echaba de menos del anterior era la enorme librería del salón, y mis subidas al ático por las noches para ver las estrellas mientras leía algunas de los libros o escritos de la librería. Tenía una vecina que le gustaba subir conmigo alguna noche de verano, y nos servíamos unas copas de vino mientras hablábamos. Así conocí a una de las amigas que solía frecuentar a Julia, la vecina del primero A, junto a la vivienda de Gregorio

Se llamaba Marta, y como si la hubiera conocido toda mi vida en poco tiempo establecí una fuerte relación afectiva, aunque nunca tuvimos ningún tipo de relación sexual. No era mi tipo, y pienso que ella pensaba lo mismo de mí. Pero si sentíamos que cuando estábamos juntos hablando y nos mirábamos había algo en el ambiente que parecía envolver una nube de felicidad y autoestima. Marta empezó realmente a ser una especie de sombra con la que comunicaba todo lo que sentía y me hacía falta tenerla frecuentemente a mi lado, sin importarme otra cosa que sentir cercana su presencia. Cada día notaba que la fuerza de Marta me hacía más falta., hasta el punto en que llegue a perder un poco la noción de mi yo, y algo de mi propia personalidad y autoestima, por la fuerza que despegaba la presencia de ella, sus consejos, la mirada que sostenía constantemente sobre mi sin apartarla mientras hablaba conmigo. Sus manos que parecían cuchillos afilados, y sus uñas pintadas de distintos colores al juego de la ropa que solía constantemente cambiar para no aparentar ningún día igual que el anterior. Era realmente una fuerza insospechada la que notaba, y caí fuertemente en las redes como si fuera una araña que tiñe la tela entre las cortinas y me deja cao mi pensamiento. Sin embargo, yo sabía perfectamente que Marta no estaba enamorada de mí, y eso me hacía sentir una fuerte atracción mental por ella., más liberado, de otra forma quizás me hubiera hundido en el saco de mis pesadillas y recuerdos.

-Parece que te gusta que te de masajes en las cervicales y en el cuello- me decía.

– Nadie me ha dado jamás estos masajes tan suaves y con las manos que tienes tan finas que escondes entre la piel, me hace sentir una vitalidad que nunca había conocido -le contestaba, “reconozco que algo cursi en mi lenguaje aparentando ser un quijote trasnochado de otro tiempo”.

-te gusta sentir mis manos, y que te hable despacio cuando estas cansado del trabajo o tienes algún problema que te turba el pensamiento, – ¿verdad?

 -si marta, me gusta y me ayuda enormemente., me estás haciendo sentir un poco egoísta., solo pienso ya cada día que llegue la noche para que vengas al ático, y me des algún que otro masaje en la espalda y en el cuello.

– No esperes nada mas de mi Anselmo

-lo sé, solo quiero sentir que estas cerca, me siento más aliviado. ¿Soy como el gato negro de la casa de enfrente- lo ves?

– ¿Nunca te has parado a preguntarte ¿qué hace ese condenado gato negro toda la noche asomado en la ventana? Parece que le gusta observarnos., los gatos son animales que gozan de una fuerza increíble, son independientes, y les gusta su propio terreno., pero al mismo tiempo siempre vuelven a la casa donde se encuentran más cómodo, aunque estén todo el día vagando por las calles subiendo por los muros o incluso subiendo algún árbol, siempre al final vuelven. ¿No ves como el condenado gato negro se posa en la baranda, quizás le guste contemplar la luna, especialmente cuando es llena?

– Hay una gran armonía entre la luna llena y los gatos, especialmente si son negros- me decía Marta

-creo estas inventando cosas., no veo ninguna relación entre el gato negro y la luna llena Quizás solo sea cuestión de hechizos y de cuentos de brujas., no sabes que en los bosques cuando son más húmedos y tienen más vegetación la hierba tiene un gran poder sobre todos los seres vivientes y los pequeños animales que lo cobijan. Yo he nacido en uno de esos lugares y por eso tengo un poco el espíritu de brujería que me transmitieron mis antepasados.

-Ahhhh

-No digas bobadas, y sigue dándome el masaje mientras cantamos la canción de los gnomos….

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13 minutos

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