colección de escritos de la Alhambra. Poemario

De la Alhambra al cielo

Era la Alhambra quieta,
 que a su vera daba
 con la calle mojada, 
el viento sonaba.

Era la fresca hierba 
que cubre y da aroma
 contemplando su hermosura,
 de lo que atrás quedaba.

Era la entrada al recinto con cipreses viejos,
todo lleno de tumbas bonitas y engalanadas
 bajando la cuesta empinada,
 andando hasta Granada.

Era la Alhambra quieta, 
que a su vera daba con la calle mojada, 
el viento sonaba.

Era la fresca hierba que cubre y da aroma,
 contemplando su hermosura, 
de lo que atrás quedaba.

Era la entrada al recinto con cipreses viejos,
todo lleno de tumbas bonitas y engalanadas.

Y bajando la cuesta empinada,
 andando hasta Granada,
 dejó tu silueta,
 que me acompañaba.

Me acompañó la subida, 
quedó arriba esperando,
que venga más adelante,
 que ahora no es el momento.

La vida me pide paso, 
!mas solo Dios sabe
si mi próxima subida me quedaré contigo,
contemplaba el ciprés y la Alhambra!

Por el camino empinado canta la mañana.
 con la guitarra dice: «Qué bonita eres,
que hasta las aves del cielo se detienen cuando pasan 
y los cipreses parecen grandes amapolas
 que el jardín del cielo cubre con su aroma.

!Qué grandeza tienes, Granada.
 que hasta reino de España fuiste, 
por ti murieron con amor y llanto
clamando al cielo tus ilustres hijos
por defender tu silueta de rojo llanto

Granada morena, sultana cristiana,
de la Alhambra novia y del Generalife novio.
Ay, qué penita tenga quien no te viera.
!«No hay pena más grande que ser ciego en Granada, 
no hay alegría más grande que contemplarte viera».

De la Alhambra al cielo se eleva el alma, como las torres que tocan el firmamento. La majestuosidad de este antiguo palacio árabe despierta admiración y deleite en aquellos que lo contemplan.

Sus muros de piedra susurran historias que se entrelazan con el viento. Sus jardines exuberantes, llenos de color y fragancia, parecen extenderse hasta el horizonte. Dentro de sus salones y patios, se respira el arte y la armonía que solo pueden ser obra de manos expertas.

Desde sus torres, se puede contemplar la ciudad de Granada, extendiéndose a los pies de la Alhambra. Sus calles estrechas y empedradas, sus plazas animadas y sus adoquines llenos de historia, hacen de esta ciudad un lugar único.

La Alhambra, testigo silencioso de tantas vidas y amores perdidos, se alza como un símbolo de grandeza y esplendor. Su presencia en el horizonte es un recordatorio de la magnificencia del pasado y un llamado a la contemplación y el asombro.

De la Alhambra al cielo, el corazón se llena de emoción y gratitud por haber tenido la oportunidad de presenciar tanta belleza. Que aquellos que no la han visto nunca puedan disfrutar de este regalo para los sentidos y alimentar su espíritu con la grandeza de la Alhambra de Granada.